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Enlazo las manos y las piernas y acurrucada espero un nuevo día en el que la calma tenga un papel protagonista. Necesitaba acostarme y despertarme con una sonrisa en los labios, sabiendo que las cosas pueden ir bien, incluso cuando la tormenta no se encuentra demasiado lejos aún.
No quiero disfraces, máscaras, ni corazas que cubran todo lo que hay en mí. No quiero días pasados, ni miedos...
En esta ocasión mis pies van desnudos y mis manos libres, sin armas con las que luchar. Escojo el camino de baldosas blancas, para poder anotar en ellas todo lo que pase por mi mente. Dejaré las amarillas a un lado, no quiero pisar baldosas que tambaleen por el paso del tiempo y el cúmulo de pisadas.
Asi que cerraré los ojos y me dejaré llevar por el eco de mis latidos, por el susurro de mi intuición...

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