
Esta es una historia de besos, heridas y caricias. Quiza de las mias, o de las tuyas o de tanta gente, quien sabe. Esta es una historia fruto de la fusion de otras muchas y, por supuesto, como toda narracion que merezca la pena tambien tiene pinceladas, o incluso brochazos de imaginacion, autoengaño e incredulidad. La verdad es que es muy dificil definir una historia en unas simples lineas, sinceramente no sabria como hacerlo. Lo unico que se es que ni Juanjo, ni Cristina existen, al menos ya no...
Para mi, Juanjo era una de esas personas de las que se pueden catalogar como del viento. En ocasiones era totalmente incoherente, e incluso inestable, otras, en cambio, parecia tener las ideas muy claras y aparentaba una madurez y serenidad poco esperadas para su edad. Si, era como una especie de loco-cuerdo, o al menos, asi me gusta recordarlo. Muchas veces, al mirarlo, me daba la sensacion de que vivia en un estado casi constante de ausencia. Siempre tenia una sonrisa en los labios y una cancion en la cabeza. En definitiva, tenia alma de soñador, aunque yo sabia que esos sueños nunca le dejarian ser de ella, ni de nadie.
Cristina, en cambio, era bastante responsable, ordenada - incluso a veces cuadriculada. Tenia los pies perfectamente en la tierra, aunque en la soledad de su cuarto, cuando nadie podia verla, le encantaba fantasear. Era bastante reservada, o al menos eso parecia a simple vista pero, la verdad, es que quien podia llegar a conocer su interior se adentraba en un universo sobrehumano, del que era muy dificil salir indiferente. Por suerte o por desgracia pocas personas tenian esa oportunidad, de hecho, ni siquiera Juanjo estaba seguro de haberlo hecho nunca o, al menos, aprovecharla debidamente.
Juntos formaban una simbiosis perfecta, o al menos eso les gustaba creer. Una especie de equilibrio de cristal. Se amaban con toda su alma, eso si, cada uno a su manera.
Pasaron muchos años compartiendo experiencias, sentimientos y sensaciones... la vida, al fin y al cabo. Pero nada es eterno y como era de esperar mas tarde que temprano volvieron a la realidad para darse cuenta de que intercambiar una sonrisa por 1.000.000 de lagrimas ya no salia rentable. Se habian hecho mucho daño, quiza demasiado.
Una noche Cristina se fue, quiza fuera el mismo quien la echó, quien sabe. No era la primera vez que pasaba, pero ambos sabian que esta fuga era la definitiva. Los petalos de su rosa se habian marchitado dejando paso solamente a las espinas.
Al principio, Juanjo iba por la calle, buscando su reflejo en cada mirada, en cada gesto...pero solo conseguia inventarlo en cualquier atisbo insignificante de vida que veia a su alrededor. Aunque eso nunca se lo dijo a nadie, nadie como el sabia que quien quiere de verdad quiere en silencio.
Conoci a Juanjo una noche de Octubre y desde ese momento nos hicimos inseparables. Hablabamos durante horas, con esa confianza que solo se tiene con los desconocidos. Compartinos sueños, pesadillas e incluso esas pequeñas cosas que por las noches enturbiaban nuestra alma. Me hablo de una chica con la que habia compartido todo hace mucho tiempo atras y de su actual fobia al amor. Asi fue como empece a entender el interior de Juanjo, que estaba protegido con una gran muralla casi impenetrable y como, tonta de mi, crei que compartiamos algo mas que el tiempo.
Me fascinaba su sonrisa y su capacidad para enmascarar sus penas. No se como, pero siempre parecia estar en su mejor momento. Un dia le pregunte como lo hacia y me confeso que cuando perdia la esperanza y la desesperacion le inundaba imaginaba historias que lo acercaban a lo que fue. Creo personajes y situaciones de todo tipo: chicas que hablaban con la luna, destellos de luz que iluminaban el alma, flores que andaban, gatos con alma de heroe, e incluso gente que se podria catalogar como gris. Dijo que alguien le pregunto una vez de donde sacaba la inspiracion para crear personajes tan dispares y el le contesto que, en cierto modo, todos sus personajes eran el mismo.
Con el tiempo me parecio que era un chico que vivia en el pasado, anclado en el ayer, siempre buscando algo que creia haber perdido. Empece a interesarme por esa chica de la que solo me hablo en un par de ocasiones pero parecia estar siempre presente, de algun modo, en su cabeza. No sabia quien era, pero la odiaba, me habia robado al hombre con quien queria compartir mi vida mucho antes de que lo conociera.
Descubri que se llamaba Cristina, que vivia a un par de calles de mi casa y que, de hecho, compartiamos sin saberlo un par de amigas. Tenia miedo, me aterraba descubrir que aquella chica con apariencia tan normal pudiera ser tan sobrenatural como parecia ser, asi que decidi que era mejor ignorarla y seguir soñando con que quiza algun dia a Juanjo se le iluminaran las pupilas cuando le hablara a alguien de mi de la misma forma que se le iluminaban cuando me hablaba de ella.
Pasaron varios meses y Juanjo y yo seguimos compartiendo momentos e ilusiones, yo habia conseguido olvidar por completo a esa chica y a veces me daba la sensacion de que el tambien. Aprendi a ver el cielo en su mirada, mi paraiso era su piel y las pecas esparcidas al azar por todo su cuerpo, que conocia de memoria, se convirtieron en las estrellas de mi universo. Si hubiera tenido que elegir un lugar para vivir, sin duda hubiese sido su almohada.
Una noche le pregunte a Juanjo si me queria, no fue necesario que dijera nada. Alguien me dijo una vez que todos los dias se aprende algo y solo hizo falta una mirada para que yo aprendiera que es mejor no hacer preguntas cuya respuesta no puedas soportar. El aparente silencio que nos envolvia se rompio con un estruendo, el de mi alma cayendo a mis pies. Me di cuenta de que yo no era ella y no podia hacer nada para remediarlo. Asi que me levante, le di un beso en la mejilla y sin mediar palabra me monte en el coche para irme a casa. Nos conociamos lo suficiente como para saber que nunca volveriamos a vernos. Para ambos soplaba el viento, pero esta vez en direcciones diferentes.
Pasaron varios meses y en mi cabeza solo rondaba un pensamiento: Cristina. Cumpli mi objetivo, llegue a conocer a esa chica a la perfeccion, memorice cada movimiento, incluso aprendi a penetrar en su cabeza y sus pensamientos. Pero solo me sirvio para darme cuenta de que Cristina no era para nada como Juanjo me la habia descrito, habia inventado a una mujer para atarse a ella. Una vez mas me fui a la cama con una leccion aprendida, y es que para personas como Juanjo pocas cosas engañan mas que los recuerdos. Respire aliviada, realmente no estaba enamorado de aquella mujer, sino del propio reflejo de su persona cuando estaba a su lado.
Despues de varios meses una amiga me comento que Juanjo rondaba de boca en boca y que ahora, en sus cenas romanticas la cama era el mantel. La verdad, no me sorprendio, lo conocia lo suficiente como para saber que detras de esa imagen de hombre liberal no habia mas que frio y vacio que intentaba llenar buscando amor en la basura. Su corazon se habia convertido en una especie de Polo Norte, solo que aqui no habia cabida para el deshielo.
Estuve varios años sin saber nada de Juanjo, no me preocupaba yo lo preferia asi, creo... Pero una tarde de Abril me llamo para que fueramos a tomar algo con la excusa de que se habia enterado que habia vuelto a la ciudad y que se preguntaba como me iria todo. Cualquier otra se ilusionaria, pensando que se habia dado cuenta de que habia cometido un error dejandome escapar, pero yo acepte su propuesta a sabiendas de que ese frio que sentia se habia transformado en cristal y que el peso de su vacio le aplastaba como piedra cortante.
Aun asi me puse mis mejores galas y le dije a mi novio que iba a cenar con una amiga que conoci en mis años de estudiante. No se por que le menti, quiza para no tener que responder preguntas a las que ni yo tenia respuesta. Hacia años que lo le veia, no sabia que aspecto tendria pero estaba segura de que seria capaz de reconocerlo incluso entre la multitud.
Nos reconocimos al instante y yo pude ver que aunque su rostro habia caido bajo las garras del tiempo la sonrisa de sus ojos seguia intacta. Hablamos durante horas, como si no hubiera pasado ni un solo dia desde la ultima vez que nos vimos en la oscuridad de su pequeña habitacion. Me conto que acabo la carrera y que era dueño de un pequeño restaurante en el centro de Madrid. No me lo dijo pero pude adivinar por su mirada que a pesar de que habia cumplido su sueño, la vida no le habia tratado tan bien como esperaba. [...] Se caso con una mujer estupenda, con la que tuvo una hija, Lucia. Me confeso que su nombre vino de la mano de una cancion de Serrat y que su matrimonio fue precioso mientras duro. Ahora vivia en la casa que tenia alquilada en su tiempo de estudiante y que compro en cuanto tuvo algo de dinero despues de la separacion. Yo conocia bien esa casa, fue donde empezamos a conocernos, ese escenario de tantas pequeñas muertes pasadas.
Cuando mire el reloj me di cuenta de que era hora de volver al calor del hogar, el frio que rodeaba a Juanjo habia empezado a erizarme la piel.
Antes de irme me dio su tarjeta con la direccion de su restaurante. Me dijo que cuando quisiera, menos los martes que cerraban por descanso de personal, estaba invitada a una cena y que se habia alegrado de volver a verme. Nos despedimos con un abrazo sincero.
Juanjo y yo seguimos viendonos, de hecho, nos convertimos en buenos amigos. Congeniaba muy bien con Hector y una vez al mes venia a cenar a casa casi siempre con alguna novieta que unas veces se llamaba Raquel, otras Paula.. no importaba, yo sabia que sus historias de amor estaban condenadas al fracaso. El quiza no lo sabia pero a pesar de los años, seguia amarrado al espejismo de ese sentimiento al que el llamaba Cristina pero que nunca existio realmente. En realidad, su verdadero problema es que no era capaz de abrirse al amor, la muralla que el mismo habia empezado a construir a su alrededor desde el dia que Cristina se fue era demasiado impenetrable. El mismo era el heroe y el martir de su propia maldicion y que solo el podia romper. Juanjo era como un angel con grandes alas de cadenas...
Por supuesto yo nunca le dije nada, hay cosas de las que es mejor darse cuenta por uno mismo.
Para mi, Juanjo era una de esas personas de las que se pueden catalogar como del viento. En ocasiones era totalmente incoherente, e incluso inestable, otras, en cambio, parecia tener las ideas muy claras y aparentaba una madurez y serenidad poco esperadas para su edad. Si, era como una especie de loco-cuerdo, o al menos, asi me gusta recordarlo. Muchas veces, al mirarlo, me daba la sensacion de que vivia en un estado casi constante de ausencia. Siempre tenia una sonrisa en los labios y una cancion en la cabeza. En definitiva, tenia alma de soñador, aunque yo sabia que esos sueños nunca le dejarian ser de ella, ni de nadie.
Cristina, en cambio, era bastante responsable, ordenada - incluso a veces cuadriculada. Tenia los pies perfectamente en la tierra, aunque en la soledad de su cuarto, cuando nadie podia verla, le encantaba fantasear. Era bastante reservada, o al menos eso parecia a simple vista pero, la verdad, es que quien podia llegar a conocer su interior se adentraba en un universo sobrehumano, del que era muy dificil salir indiferente. Por suerte o por desgracia pocas personas tenian esa oportunidad, de hecho, ni siquiera Juanjo estaba seguro de haberlo hecho nunca o, al menos, aprovecharla debidamente.
Juntos formaban una simbiosis perfecta, o al menos eso les gustaba creer. Una especie de equilibrio de cristal. Se amaban con toda su alma, eso si, cada uno a su manera.
Pasaron muchos años compartiendo experiencias, sentimientos y sensaciones... la vida, al fin y al cabo. Pero nada es eterno y como era de esperar mas tarde que temprano volvieron a la realidad para darse cuenta de que intercambiar una sonrisa por 1.000.000 de lagrimas ya no salia rentable. Se habian hecho mucho daño, quiza demasiado.
Una noche Cristina se fue, quiza fuera el mismo quien la echó, quien sabe. No era la primera vez que pasaba, pero ambos sabian que esta fuga era la definitiva. Los petalos de su rosa se habian marchitado dejando paso solamente a las espinas.
Al principio, Juanjo iba por la calle, buscando su reflejo en cada mirada, en cada gesto...pero solo conseguia inventarlo en cualquier atisbo insignificante de vida que veia a su alrededor. Aunque eso nunca se lo dijo a nadie, nadie como el sabia que quien quiere de verdad quiere en silencio.
Conoci a Juanjo una noche de Octubre y desde ese momento nos hicimos inseparables. Hablabamos durante horas, con esa confianza que solo se tiene con los desconocidos. Compartinos sueños, pesadillas e incluso esas pequeñas cosas que por las noches enturbiaban nuestra alma. Me hablo de una chica con la que habia compartido todo hace mucho tiempo atras y de su actual fobia al amor. Asi fue como empece a entender el interior de Juanjo, que estaba protegido con una gran muralla casi impenetrable y como, tonta de mi, crei que compartiamos algo mas que el tiempo.
Me fascinaba su sonrisa y su capacidad para enmascarar sus penas. No se como, pero siempre parecia estar en su mejor momento. Un dia le pregunte como lo hacia y me confeso que cuando perdia la esperanza y la desesperacion le inundaba imaginaba historias que lo acercaban a lo que fue. Creo personajes y situaciones de todo tipo: chicas que hablaban con la luna, destellos de luz que iluminaban el alma, flores que andaban, gatos con alma de heroe, e incluso gente que se podria catalogar como gris. Dijo que alguien le pregunto una vez de donde sacaba la inspiracion para crear personajes tan dispares y el le contesto que, en cierto modo, todos sus personajes eran el mismo.
Con el tiempo me parecio que era un chico que vivia en el pasado, anclado en el ayer, siempre buscando algo que creia haber perdido. Empece a interesarme por esa chica de la que solo me hablo en un par de ocasiones pero parecia estar siempre presente, de algun modo, en su cabeza. No sabia quien era, pero la odiaba, me habia robado al hombre con quien queria compartir mi vida mucho antes de que lo conociera.
Descubri que se llamaba Cristina, que vivia a un par de calles de mi casa y que, de hecho, compartiamos sin saberlo un par de amigas. Tenia miedo, me aterraba descubrir que aquella chica con apariencia tan normal pudiera ser tan sobrenatural como parecia ser, asi que decidi que era mejor ignorarla y seguir soñando con que quiza algun dia a Juanjo se le iluminaran las pupilas cuando le hablara a alguien de mi de la misma forma que se le iluminaban cuando me hablaba de ella.
Pasaron varios meses y Juanjo y yo seguimos compartiendo momentos e ilusiones, yo habia conseguido olvidar por completo a esa chica y a veces me daba la sensacion de que el tambien. Aprendi a ver el cielo en su mirada, mi paraiso era su piel y las pecas esparcidas al azar por todo su cuerpo, que conocia de memoria, se convirtieron en las estrellas de mi universo. Si hubiera tenido que elegir un lugar para vivir, sin duda hubiese sido su almohada.
Una noche le pregunte a Juanjo si me queria, no fue necesario que dijera nada. Alguien me dijo una vez que todos los dias se aprende algo y solo hizo falta una mirada para que yo aprendiera que es mejor no hacer preguntas cuya respuesta no puedas soportar. El aparente silencio que nos envolvia se rompio con un estruendo, el de mi alma cayendo a mis pies. Me di cuenta de que yo no era ella y no podia hacer nada para remediarlo. Asi que me levante, le di un beso en la mejilla y sin mediar palabra me monte en el coche para irme a casa. Nos conociamos lo suficiente como para saber que nunca volveriamos a vernos. Para ambos soplaba el viento, pero esta vez en direcciones diferentes.
Pasaron varios meses y en mi cabeza solo rondaba un pensamiento: Cristina. Cumpli mi objetivo, llegue a conocer a esa chica a la perfeccion, memorice cada movimiento, incluso aprendi a penetrar en su cabeza y sus pensamientos. Pero solo me sirvio para darme cuenta de que Cristina no era para nada como Juanjo me la habia descrito, habia inventado a una mujer para atarse a ella. Una vez mas me fui a la cama con una leccion aprendida, y es que para personas como Juanjo pocas cosas engañan mas que los recuerdos. Respire aliviada, realmente no estaba enamorado de aquella mujer, sino del propio reflejo de su persona cuando estaba a su lado.
Despues de varios meses una amiga me comento que Juanjo rondaba de boca en boca y que ahora, en sus cenas romanticas la cama era el mantel. La verdad, no me sorprendio, lo conocia lo suficiente como para saber que detras de esa imagen de hombre liberal no habia mas que frio y vacio que intentaba llenar buscando amor en la basura. Su corazon se habia convertido en una especie de Polo Norte, solo que aqui no habia cabida para el deshielo.
Estuve varios años sin saber nada de Juanjo, no me preocupaba yo lo preferia asi, creo... Pero una tarde de Abril me llamo para que fueramos a tomar algo con la excusa de que se habia enterado que habia vuelto a la ciudad y que se preguntaba como me iria todo. Cualquier otra se ilusionaria, pensando que se habia dado cuenta de que habia cometido un error dejandome escapar, pero yo acepte su propuesta a sabiendas de que ese frio que sentia se habia transformado en cristal y que el peso de su vacio le aplastaba como piedra cortante.
Aun asi me puse mis mejores galas y le dije a mi novio que iba a cenar con una amiga que conoci en mis años de estudiante. No se por que le menti, quiza para no tener que responder preguntas a las que ni yo tenia respuesta. Hacia años que lo le veia, no sabia que aspecto tendria pero estaba segura de que seria capaz de reconocerlo incluso entre la multitud.
Nos reconocimos al instante y yo pude ver que aunque su rostro habia caido bajo las garras del tiempo la sonrisa de sus ojos seguia intacta. Hablamos durante horas, como si no hubiera pasado ni un solo dia desde la ultima vez que nos vimos en la oscuridad de su pequeña habitacion. Me conto que acabo la carrera y que era dueño de un pequeño restaurante en el centro de Madrid. No me lo dijo pero pude adivinar por su mirada que a pesar de que habia cumplido su sueño, la vida no le habia tratado tan bien como esperaba. [...] Se caso con una mujer estupenda, con la que tuvo una hija, Lucia. Me confeso que su nombre vino de la mano de una cancion de Serrat y que su matrimonio fue precioso mientras duro. Ahora vivia en la casa que tenia alquilada en su tiempo de estudiante y que compro en cuanto tuvo algo de dinero despues de la separacion. Yo conocia bien esa casa, fue donde empezamos a conocernos, ese escenario de tantas pequeñas muertes pasadas.
Cuando mire el reloj me di cuenta de que era hora de volver al calor del hogar, el frio que rodeaba a Juanjo habia empezado a erizarme la piel.
Antes de irme me dio su tarjeta con la direccion de su restaurante. Me dijo que cuando quisiera, menos los martes que cerraban por descanso de personal, estaba invitada a una cena y que se habia alegrado de volver a verme. Nos despedimos con un abrazo sincero.
Juanjo y yo seguimos viendonos, de hecho, nos convertimos en buenos amigos. Congeniaba muy bien con Hector y una vez al mes venia a cenar a casa casi siempre con alguna novieta que unas veces se llamaba Raquel, otras Paula.. no importaba, yo sabia que sus historias de amor estaban condenadas al fracaso. El quiza no lo sabia pero a pesar de los años, seguia amarrado al espejismo de ese sentimiento al que el llamaba Cristina pero que nunca existio realmente. En realidad, su verdadero problema es que no era capaz de abrirse al amor, la muralla que el mismo habia empezado a construir a su alrededor desde el dia que Cristina se fue era demasiado impenetrable. El mismo era el heroe y el martir de su propia maldicion y que solo el podia romper. Juanjo era como un angel con grandes alas de cadenas...
Por supuesto yo nunca le dije nada, hay cosas de las que es mejor darse cuenta por uno mismo.

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