Fue bonito mientras fingimos que duró.
Dediqué mi vida a hacerla feliz y ella, por su parte, sólo
era feliz estando conmigo. “No te vayas nunca”, “Te quiero”, “Te necesito”,
“Eres lo mejor que me ha pasado nunca”… eran frases frecuentes en el guion de nuestra película de ciencia ficción.
Pero todas las películas tienen su final y este, no fue necesariamente feliz.
No hubo perdices, ni tampoco aplausos; sólo lluvia, mucha lluvia.
La ciudad parecía llorar tu pérdida, unas veces de
improviso, otras de forma constante. Mientras tanto, yo miraba por la ventana
intentando buscar respuesta a una pregunta que no debía ser formulada. (…)
El día que asumí que no habría segunda parte, dejó de llover. Un sol radiante
lo inundaba todo y yo, curado y perplejo, decidí salir de mi cueva. Así fue mi
vuelta al mundo real.
Me senté en una terraza a tomar un café mientras veía a la
gente pasar. Inventarme la vida de los desconocidos siempre ha sido un
entretenimiento divertido para mí, me gusta espiar el interior de las personas
a través de su mirada. (…)
De repente apareciste, aunque no sabría decir si a lo lejos, o simplemente
lejana; ibas con un muchacho de gesto
alegre y sonrisa fácil. Intenté ignoraros pero no pude evitar mirarte,
observarte, verte por dentro después de tanta lluvia.
Y entonces, lo entendí todo. Tu tristeza quemaba.
Me levanté, pagué el café y seguí dando un paseo...
Son inútiles los esfuerzos por hacerte sonreir, es imposible luchar contra ese
vacío intrínseco de quien tiene el corazón sólo para su cuerpo.
I will follow the rain.